Desde que fui a China por primera vez, en verano de 2005, algo me cautivó e hizo que mientras despegaba mi avión de vuelta a casa me preguntara cuándo podría volver. Volví el verano siguiente, y al otro, y en Semana Santa y… de repente, 3 años más tarde tenía un nuevo hogar en Shanghai.
Hace un par de semanas, con motivo de las vacaciones, volví a mi Casa, la indiscutible, la que siempre lo será porque es donde está mi familia (de sangre y de vivencias, mis padres, mis hermanos, mis amigos), pero mañana debo volver a mi casa, la que he elegido yo, donde me estoy creando una familia (muy internacional, por cierto, y con jirafa incluída). Y mientras estoy haciéndome la maleta me pregunto si me voy o si siemplemente estoy volviendo, porque lo malo de tener dos hogares es la sensación de no saber dónde pertenece uno que se siente de vez en cuando.
Quiero volver de vacaciones y volver a nuestro piso de Zhongshan park y a los masajes del Butterfly y las películas de Chengdu bei lu – da gu lu y las partidas de Xbox y los helados de Coldstone y los postres en el Honeymoon Dessert y los mango mochis del Bifengtang y las madalenas del Yamazaki y brunchs en Le Platane y cenas en Jing’An y saludar a Tom el que se reformó en Shaanxi y contestar a las preguntas de Jerry y sonreír a los porteros y todas las cosas que hacemos en Shanghai… Pero por otro lado, echaré de menos todos los placeres que tengo aquí como las cervezas con mis amigos en una terracita a pie de calle y el salir a cenar y volver a casa a las 4 porque terminas en las fiestas de un pueblo cuyo nombre desconocías y las patatas fritas y las comidas y todo aquello a lo que renuncio por sueños fútiles que espero que algún día tomen forma.
Mañana me voy… y vuelvo.
Tu casa, tu habitación, tu camita…. siempre la tienes en Gironeta. Si estás contenta , -niña feliz-, crearás tu casa en cualquier parte, y te encontrarás a gusto. Y cuando cierras los ojos y te entra la nostalgia, pues “ALA
PA MI CASA”